A una semana del rotundo triunfo de CFK, las fuerzas políticas de la oposición y algunos de los sectores económicos y de los medios que las condujeron a esa modesta prueba democrática como si se jugara la supervivencia de la especie humana comienzan a salir de la estupefacción, como prófugos de un hormiguero desbaratado de una sola precisa patada. El gobierno disfruta de la victoria con una serenidad que también los desconcierta.
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